EL AHORCADO QUE NO MURIÓ
Allá por el siglo undécimo,
entre las mulitudes que llegan a la ciudad de Santiago, se encuentran un
caballero que, lloroso, desea únicamente postrarse ante la tumba
del Apóstol. Partió, con vecinos y familiares de Germania.
Al atravesar Francia, pernoctaron en la casa de un espontáneo anfitrión,
que les obsequió cumplidamente. Poco habían andado a la mañana
siguiente, cuando fueron requeridos a voces como ladrones de objetos de
plata de la casa donde se habían alojado. Herido el caballero en
su hnor, desafió al reclamante a que hiciera lo que quisiera con
aquel de su grupo que tuviese pruebas de la acusación. En el morral
de su joven hijo fue hallada una copa labrada,que el falaz demandante había
introducido de noche, durante el sueño de los peregrinos. Así,
pudo demandar la muerte del supuesto ladrón. El muchacho fue ahorcado
en la plaza pública, y su cuerpo quedó pendiente del cadalso.
Buscando la paz, el padre prosiguió su caminar a Compostela, que
duró treina y seis días más, y expuso al Apóstol
sus penas. El Santo se compadeció de su afliccción y al retornar
a Francia, cuando creía que iba a transportar los despojos putrefactos
de su hijo, escuchó, incredulo, la voz del ahorcado, vivo, poque
las manos de Santiago le habían sostenido durante todo ese largo
tiempo.
El prodigio se extendió por toda Francia, y dio lugar a la detención
del falso acusador, así como a toda clase de satisfacciones a quienes
tanto habían sufrido por su culpa.
Fuente:
Centón
de Leyendas y mitos de Galicia
Autor:
Francisco Pablos
Editorial
NIGRATEA, Colección Ardaina, 2002